Adolfo Pérez de León, el autor
El ex Presidente Leonel Fernández ha
dicho nueva vez que su partido, el oficialista PLD, se apresta a gobernar 20
años más a partir del 2016. Según sus palabras textuales serán: “una fábrica de
Presidentes”. Expresiones provocadoras y reveladoras que ponen de manifiesto el
ánimo insaciable de un grupo de dirigentes políticos que han tenido la
determinación de constituirse en un proyecto de poder hegemónico valiéndose del
Estado. Pero también una verdad de Perogrull sin un PRD renovado, unificado y
competitivo, sin una oposición articulada con visión de futuro y comprometida
con la gente, no habrá recambio político en el mediano plazo y el PLD se
servirá a su antojo con la cuchara grande.
Hay quienes piensan que el PRD no es la
última coca cola del desierto, y que ante el desgaste natural del oficialismo,
otra fuerza, existente o nueva, tendrá posibilidades de sacar el PLD del poder.
La verdad es que esa es una posibilidad muy remota. Al menos al día de hoy.
Los
procesos sociales son de acumulación, y frente a la realidad política actual,
la apuesta más segura para darle sostenibilidad a nuestra democracia, para un
verdadero contrapeso del poder y para higienizar la política, es un Partido
Revolucionario Dominicano que sea capaz de volver a su origen, que pueda
innovar desde la tradición, y convertirse en el anhelado PRD del siglo XXI que
demandan los dominicanos y las dominicanas de hoy.
El PRD del siglo XXI debe definir un
perfil de izquierda democráticacomo garantía de conexión con la gente, con la
base y con los sectores liberales que han sido su fuerza. Debe comprometer a
los distintos sectores que lo alimentan con su razón de ser. El partido que
nació para construir la democracia en República Dominicana debe concluir su
obra evolucionando esta democracia electoral defectuosa, hacia una democracia
económica plena, donde la movilidad social ascendente sea el resultado del
estudio y el trabajo, del mérito y del esfuerzo, y no del privilegio.
El PRD del siglo XXI está obligado a
abrazar medidas de un profundo sentido social, que le devuelvan valor a la
política como actividad transformadora. Acciones que permitan la regeneración
democrática, que detengan y subsanen el deterioro institucional fruto de la
lógica absurda del poder por el poder, para que la ley se aplique sin
privilegios a todos los dominicanos y dominicanas. Reformar el poder,
democratizarlo y acabar con cualquier vestigio de autoritarismo, tal como lo proclamaba
Luis Donaldo Colosio en México a finales del siglo XX.
Hay que desplazar a quienes sustentan las
recetas neoliberales que han dejado un saldo de crecimiento sin desarrollo. Y
empujar por quienes encarnan una nueva visión que priorice la inversión pública
en servicios sociales, educación, salud y seguridad para combatir la
desigualdad. Necesitamos un partido que procure medidas para reglamentar la
migración sin exaltar el nacionalismo egoísta. Que pueda pensar en la
sostenibilidad de las inversiones y la defensa de los recursos naturales. Un
partido moderno que luche para cambiar la cultura política prevaleciente en la
sociedad de hoy, hasta dejar a un lado el círculo vicioso del clientelismo, y
echar a andar nuestro país.
El PRD del siglo XXI debe caminar con
paso firme hacia la igualdad de oportunidades, convertir en un compromiso
estatal lo que hoy es letra muerta: la función social del Estado en la
Constitución, los derechos humanos, la libertad religiosa, sexual y racial.
Incentivar, con medidas concretas, la participación social y política de las
mujeres para materializar la equidad que les corresponde. Promover la
convivencia en respeto y solidaridad desde lo público. Creer en el Estado como
un socio estratégico de las empresas, fincado en su rol regulador: El Estado
dinámico, activo, atento, pero siempre limitado a su rol de propiciador de
mejores condiciones.
Ese el PRD del siglo XXI, el que no puede
seguir estancado por más tiempo. Ha llegado el momento de cortar de cuajo la
vocación de rencillas y cultivar en toda la dirigencia la vocación de poder. Es
tiempo de frenar en seco la balcanización del PRD. Hay energía para construir
ese proyecto de futuro. Lo haremos. Con los mejores hombres y mujeres del PRD y
del país construiremos una esperanza que rejuvenezca y vigorice el accionar
público. Que recupere las ganas de seguir, de creer, de hacer cosas por el
país. Que haga sentir al PLD que no están solos en la arena política, y por
tanto sus errores, que son demasiados, tendrán consecuencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario