lunes, 4 de marzo de 2013

"EL PRD DEL SIGLO XXI"


Adolfo Pérez de León, el autor 

El ex Presidente Leonel Fernández ha dicho nueva vez que su partido, el oficialista PLD, se apresta a gobernar 20 años más a partir del 2016. Según sus palabras textuales serán: “una fábrica de Presidentes”. Expresiones provocadoras y reveladoras que ponen de manifiesto el ánimo insaciable de un grupo de dirigentes políticos que han tenido la determinación de constituirse en un proyecto de poder hegemónico valiéndose del Estado. Pero también una verdad de Perogrull sin un PRD renovado, unificado y competitivo, sin una oposición articulada con visión de futuro y comprometida con la gente, no habrá recambio político en el mediano plazo y el PLD se servirá a su antojo con la cuchara grande.
Hay quienes piensan que el PRD no es la última coca cola del desierto, y que ante el desgaste natural del oficialismo, otra fuerza, existente o nueva, tendrá posibilidades de sacar el PLD del poder. La verdad es que esa es una posibilidad muy remota. Al menos al día de hoy.
Los procesos sociales son de acumulación, y frente a la realidad política actual, la apuesta más segura para darle sostenibilidad a nuestra democracia, para un verdadero contrapeso del poder y para higienizar la política, es un Partido Revolucionario Dominicano que sea capaz de volver a su origen, que pueda innovar desde la tradición, y convertirse en el anhelado PRD del siglo XXI que demandan los dominicanos y las dominicanas de hoy.
El PRD del siglo XXI debe definir un perfil de izquierda democráticacomo garantía de conexión con la gente, con la base y con los sectores liberales que han sido su fuerza. Debe comprometer a los distintos sectores que lo alimentan con su razón de ser. El partido que nació para construir la democracia en República Dominicana debe concluir su obra evolucionando esta democracia electoral defectuosa, hacia una democracia económica plena, donde la movilidad social ascendente sea el resultado del estudio y el trabajo, del mérito y del esfuerzo, y no del privilegio.
El PRD del siglo XXI está obligado a abrazar medidas de un profundo sentido social, que le devuelvan valor a la política como actividad transformadora. Acciones que permitan la regeneración democrática, que detengan y subsanen el deterioro institucional fruto de la lógica absurda del poder por el poder, para que la ley se aplique sin privilegios a todos los dominicanos y dominicanas. Reformar el poder, democratizarlo y acabar con cualquier vestigio de autoritarismo, tal como lo proclamaba Luis Donaldo Colosio en México a finales del siglo XX.
Hay que desplazar a quienes sustentan las recetas neoliberales que han dejado un saldo de crecimiento sin desarrollo. Y empujar por quienes encarnan una nueva visión que priorice la inversión pública en servicios sociales, educación, salud y seguridad para combatir la desigualdad. Necesitamos un partido que procure medidas para reglamentar la migración sin exaltar el nacionalismo egoísta. Que pueda pensar en la sostenibilidad de las inversiones y la defensa de los recursos naturales. Un partido moderno que luche para cambiar la cultura política prevaleciente en la sociedad de hoy, hasta dejar a un lado el círculo vicioso del clientelismo, y echar a andar nuestro país.
El PRD del siglo XXI debe caminar con paso firme hacia la igualdad de oportunidades, convertir en un compromiso estatal lo que hoy es letra muerta: la función social del Estado en la Constitución, los derechos humanos, la libertad religiosa, sexual y racial. Incentivar, con medidas concretas, la participación social y política de las mujeres para materializar la equidad que les corresponde. Promover la convivencia en respeto y solidaridad desde lo público. Creer en el Estado como un socio estratégico de las empresas, fincado en su rol regulador: El Estado dinámico, activo, atento, pero siempre limitado a su rol de propiciador de mejores condiciones.
Ese el PRD del siglo XXI, el que no puede seguir estancado por más tiempo. Ha llegado el momento de cortar de cuajo la vocación de rencillas y cultivar en toda la dirigencia la vocación de poder. Es tiempo de frenar en seco la balcanización del PRD. Hay energía para construir ese proyecto de futuro. Lo haremos. Con los mejores hombres y mujeres del PRD y del país construiremos una esperanza que rejuvenezca y vigorice el accionar público. Que recupere las ganas de seguir, de creer, de hacer cosas por el país. Que haga sentir al PLD que no están solos en la arena política, y por tanto sus errores, que son demasiados, tendrán consecuencias.

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